Los contamintantes emergentes: Un reto del tratamiento del agua que enfrentan las empresas de agua potable
Los contaminantes emergentes representan uno de los retos más importantes en el tratamiento de agua potable a nivel global. Estos pueden definirse como cualquier sustancia química —sintética o natural— que no se monitorea de forma rutinaria en el medio ambiente, pero que tiene el potencial de causar efectos adversos, conocidos o sospechados, sobre la salud humana y el ecosistema.
En muchos casos, la liberación de estas
sustancias (como PFAS, pesticidas, productos farmacéuticos o
microplásticos) ocurre desde hace años, pero su detección solo es posible
gracias al desarrollo de nuevas tecnologías de tratamiento de agua y
métodos de análisis más precisos. En otros casos, el surgimiento de
contaminantes está ligado a la síntesis de nuevos compuestos químicos o a
cambios en el uso y eliminación de sustancias ya existentes.
1. Infraestructura obsoleta: un obstáculo para la calidad del agua potable
Muchas plantas de tratamiento de agua
construidas décadas atrás no fueron diseñadas para manejar contaminantes
emergentes. Este problema afecta especialmente a las empresas de servicios
de agua rurales o de pequeña escala, que suelen carecer de capital y
espacio para implementar sistemas avanzados de tratamiento de agua potable.
Cuando se construyeron estas instalaciones,
contaminantes como pesticidas, microplásticos o compuestos presentes en protector
solar ni siquiera se conocían como amenazas para la salud y el medio
ambiente.
2. Financiamiento limitado para nuevas tecnologías de tratamiento
El costo de modernizar plantas de tratamiento,
implementar sistemas de filtración avanzada o realizar análisis RSSCT
puede ser elevado. Aunque todos desean acceso a agua potable segura,
pocas comunidades están dispuestas a aceptar incrementos significativos en sus
facturas de agua.
Este reto es crítico en sistemas de agua
rurales, donde los presupuestos son ajustados. Por ello, es esencial buscar
fuentes de financiamiento, ya sea a través de subvenciones, fondos federales o
estatales.
3. La brecha tecnológica entre grandes y pequeñas empresas de agua
Las nuevas tecnologías para el tratamiento
de agua potable suelen adoptarse primero en grandes empresas, mientras que
las plantas rurales dependen de los resultados de pruebas piloto
realizadas por estas. Este desfase puede provocar que comunidades enteras sigan
expuestas a contaminantes químicos en agua durante años.
Una herramienta clave para reducir esta brecha
es la Prueba Rápida de Columna a Pequeña Escala (RSSCT), que permite
replicar los resultados de un piloto a largo plazo con un costo mucho menor.
Sin embargo, son pocos los laboratorios con capacidad para realizar este tipo
de análisis, lo que limita su implementación masiva.
4. El futuro del tratamiento de agua potable
El panorama actual exige soluciones que
combinen innovación tecnológica, financiamiento inteligente y una
regulación ambiental más ágil. La capacidad de detectar múltiples contaminantes
—incluidos PFAS— y optimizar parámetros como el tiempo de contacto en el lecho
vacío es fundamental para lograr una eliminación de contaminantes eficaz
y asequible.
El reto para las empresas de servicios de
agua no es solo técnico, sino también económico y regulatorio. Abordar
estos desafíos garantizará que las comunidades, especialmente las más pequeñas
y rurales, tengan acceso a agua potable segura y de alta calidad.
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